1. Exilio de Lantern Yard Silas Marner pertenecía a una comunidad religiosa muy unida llamada Lantern Yard. Era un lugar donde la fe era el pilar de la vida cotidiana, uniendo a los residentes como los hilos de un tapiz. Todos conocían los asuntos de los demás, desde el color de sus cortinas hasta el contenido de sus plegarias.Silas tenía un don. Sus dedos obraban maravillas con un telar, tejiendo telas tan finas que eran como tocar una nube. ¡ Y vaya que era devoto! No faltaba a ninguna reunión de oración ni servicio, y su voz se alzaba cantando como si quisiera alcanzar el mismo cielo.La vida le sonreía al viejo Silas. Se había enamorado perdidamente de una chica llamada Sarah y, para su sorpresa, ¡ ella había aceptado casarse con él! Era como encontrar el hilo perfecto para completar una obra maestra. Y por si fuera poco, tenía un mejor amigo, William Dane, que era más cercano que un hermano.Pero Silas tenía una. peculiaridad. De vez en cuando, sufría ataques. Un minuto estaba bien y al siguiente, ¡ zas!, se quedaba como una estatua, con los ojos muy abiertos pero sin ver nada. Era como si su alma hubiera hecho un viaje relámpago fuera de su cuerpo, dejándolo atrás como un cascarón vacío. Hoy en día, los médicos lo llamarían catalepsia, pero por aquel entonces era algo extraño que le ocurría a Silas a veces.Aquí es donde las cosas empiezan a torcerse para nuestro amigo Silas. Una noche, está sentado con el diácono mayor de su iglesia, que está más enfermo que un perro. Es un deber solemne, velar por los enfermos, y Silas se lo toma tan en serio como un infarto. Pero, como no podía ser de otra manera, es entonces cuando uno de sus ataques decide aparecer. Cuando Silas por fin vuelve en sí, es como despertarse en medio de una pesadilla. El diácono está muerto, lo que ya es bastante malo, pero eso no es lo peor. ¿ El dinero de la iglesia? Esfumado. Desaparecido.¿ Y adivina quién se convierte en el principal sospechoso? Pobre Silas. Alguien encuentra su navaja en la escena, y de repente, todas las miradas se centran en él. Es como estar atrapado en una tela de araña sin forma de escapar.En Lantern Yard, tenían una forma peculiar de resolver las disputas: una lotería guiada por la oración. Se suponía que revelaría la voluntad de Dios, como echar a suertes pero con un toque divino. Así que celebran esta lotería para determinar la culpabilidad o inocencia de Silas. La tensión en el aire es tan densa que se podría cortar con un cuchillo mientras esperan el resultado. Y cuando llega. es como un puñetazo en el estómago.Justo cuando Silas piensa que las cosas no pueden empeorar, la vida le lanza otra piedra. Su mejor amigo, William Dane, en quien confiaba ciegamente, resulta ser una víbora. William proporciona pruebas falsas contra Silas, retorciendo aún más el puñal. Y para colmo, William va y se casa con Sarah, la prometida de Silas.Es como si todo el mundo de Silas se hubiera puesto patas arriba y se hubiera sacudido como un globo de nieve. Todo en lo que creía, todo lo que apreciaba, se derrumba a su alrededor. ¿ Su fe en Dios? Hecha añicos como un espejo roto. ¿ Su confianza en la gente? Se esfumó como el humo.Con el corazón pesado como el plomo y el espíritu aplastado hasta lo irreconocible, Silas toma una decisión. Ya no puede quedarse en Lantern Yard: cada rostro conocido, cada rincón, guarda recuerdos que ahora escuecen como sal en una herida. Así que recoge sus pocas pertenencias y sus sueños rotos y pone rumbo a.Cuando Silas se aleja de Lantern Yard, se siente como un barco a la deriva, sin rumbo en aguas desconocidas. No tiene ni idea de lo que le depara el futuro, pero de una cosa está seguro: deja atrás todo lo que ha conocido. Es un viaje hacia lo desconocido, con solo sus habilidades para tejer y su corazón herido como guía.Los días se convierten en semanas mientras Silas deambula, sus pies lo llevan cada vez más lejos del único hogar que ha conocido. Es un hombre a la deriva, sin destino en mente, solo con la necesidad imperiosa de poner la mayor distancia posible entre él y su pasado. Y entonces, justo cuando sus últimas fuerzas están a punto de agotarse, lo ve. Una pequeña casa de piedra, situada en las afueras de un pueblo que más tarde sabrá que se llama Raveloe. No es gran cosa, pero para los cansados ojos de Silas, es un faro de esperanza.
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