1. Un matrimonio mal avenido Mientras la mayoría de las chicas de su edad se ocupaban de labores de aguja y chismorreos, Dorothea tenía la nariz metida en gruesos libros y la mente llena de grandes planes para ayudar a los necesitados. Era como una llama resplandeciente en una habitación repleta de velas, siempre ardiendo con más intensidad y atrayendo miradas, lo quisiera o no.Un día, Dorothea soltó una bomba que hizo temblar a toda la comunidad. Anunció su compromiso con Edward Casaubon, un clérigo erudito de 45 años. Fue como si hubiera declarado que iba a casarse con una enciclopedia vieja y polvorienta. La noticia corrió como la pólvora por Middlemarch, dejando a todos boquiabiertos. Todo el mundo estaba conmocionado, especialmente Sir James Chettam, que había estado esperando conquistar el corazón de Dorothea.Celia, la hermana de Dorothea, intentó hacerla entrar en razón. Le dijo que Casaubon tenía edad suficiente para ser su padre y que era tan emocionante como ver secarse la pintura. Pero Dorothea hizo oídos sordos. Tenía estrellas en los ojos, soñando con discusiones intelectuales y ayudando a Casaubon con su gran proyecto sobre mitología. Era como si pensara que se casaba con una biblioteca en lugar de con un hombre.El señor Brooke, su tío, dio su aprobación con todo el entusiasmo de quien acepta que le saquen una muela. Pero Dorothea estaba en las nubes, imaginando una vida llena de actividades académicas y trabajo significativo. Era como un pájaro a punto de entrar en una jaula dorada, creyendo que volaba hacia la libertad.Así que se fueron de luna de miel a Roma. La Ciudad Eterna, con sus antiguas ruinas y su ambiente romántico, debería haber sido el escenario perfecto para la felicidad de los recién casados. Pero para Dorothea era más bien el escenario de una historia de terror que se desarrollaba lentamente.Con el paso de los días, la visión color de rosa que Dorothea tenía de la vida matrimonial empezó a desmoronarse como las viejas columnas romanas que la rodeaban. Casaubon resultó ser tan cálido y tierno como una estatua de mármol. Su idea del tiempo de calidad era enterrarse en libros viejos y polvorientos, dejando a Dorothea más sola de lo que nunca se había sentido en Middlemarch.Dorothea trató de involucrarse en su trabajo, pensando que tal vez podría salvar la distancia que los separaba compartiendo actividades intelectuales. Pero cada intento era recibido con el tipo de entusiasmo que suele reservarse a una mosca zumbando alrededor de la cabeza. Las respuestas de Casaubon eran tan secas como las páginas de sus queridos textos antiguos, e igual de acogedoras.Las grandiosas vistas de Roma no hacían más que empeorar las cosas. Cada hermoso paisaje, cada impresionante obra de arte, parecían burlarse de la difícil situación de Dorothea. Era como si le sirvieran un banquete con bozal: toda aquella belleza y romanticismo a su alrededor, pero ella no podía participar en nada.Cuando su estancia en Roma llegaba a su fin, Dorothea se encontró de pie frente a la Fontana de Trevi, observando cómo caía el agua en cascada. Echó una moneda, como era costumbre, pero en lugar de pedir un deseo para el futuro, se encontró añorando el pasado. Por primera vez, se preguntó si había cometido un terrible error.El viaje de regreso a Middlemarch se cernía sobre ella como una condena. Dorothea se dio cuenta de que la vida a la que se había lanzado con tanto entusiasmo no se parecía en nada al paraíso intelectual que había imaginado. Por el contrario, era una jaula fabricada por ella misma, con barrotes forjados a partir de su propio idealismo equivocado y sus decisiones precipitadas.Mientras su carruaje se alejaba de Roma, Dorothea miraba por la ventanilla, sin ver realmente el paisaje que pasaba. Estaba ensimismada, preguntándose cómo podría salvar el abismo entre sus sueños y la realidad. El camino parecía largo e incierto, como el de su matrimonio. Pero Dorothea era decidida.Justo cuando Dorothea se preparaba para regresar a Middlemarch y a la vida que allí le esperaba, ya se oían rumores de cambio en la ciudad. Corrían voces sobre una nueva llegada que prometía sacudir la tranquila comunidad.
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