La familia Karamazov se reunía en la vasta finca de Fyodor, y el ambiente estaba cargado de tensión. Era como un polvorín a punto de estallar. ¿ Sabes que algunas familias son una bomba de relojería?El primero en llegar fue Dimitri, el hijo mayor. Volvió del servicio militar como un elefante en una cacharrería. Su temperamento era más explosivo que un volcán en erupción, y solo tenía una cosa en mente: dinero. Estaba empeñado en conseguir la herencia que su padre le había estado negando.Luego llegó Iván, el mediano, recién salido de sus aventuras intelectuales en Moscú. Este tipo era más frío que el mármol, con la cabeza llena de grandes ideas.Por último, pero no menos importante, estaba Alexei, o Alyosha, como todos le llamaban. Un encanto de chico. Era el benjamín del grupo, manso como un cordero y espiritual como un santo. Vivía cerca, probablemente intentando vigilar a su familia desde una distancia prudente.Ahora bien, Fyodor, el viejo zorro, estaba en su salsa ese día. Parecía el maestro de ceremonias de un circo, soltando pullas e insultos a diestro y siniestro. El viejo parecía disfrutar sacando de quicio a todo el mundo, sobre todo cuando hablaba mal de las madres de sus hijos.Como era de esperar, Dimitri perdió los estribos en un abrir y cerrar de ojos. Acusaba a su padre de haberle birlado su legítima herencia, y su cara se ponía más roja que un tomate maduro por momentos. Las amenazas de violencia se multiplicaban.Mientras tanto, Iván observaba todo con el interés distante de un científico ante sus cobayas. Su frialdad intelectual contrastaba con los fuegos artificiales emocionales que estallaban a su alrededor. Era como si estuviera viendo una obra de teatro particularmente interesante, en lugar de la implosión de su propia familia.El pobre Alyosha, alma de Dios, intentaba hacer de mediador en este campo de batalla familiar. Era como una suave brisa tratando de calmar un huracán, sus palabras dulces y gestos amables parecían lamentablemente insuficientes ante semejante caos.Los criados de la casa, Grigory y su esposa Marfa, contemplaban el desarrollo de este drama familiar con una mezcla de preocupación y resignación. Habían visto esta película antes y sabían de sobra cómo las travesuras de Fyodor podían descontrolarse. Sus rostros eran la viva imagen de la paciencia sufrida, como rocas erosionadas que se mantuvieran firmes frente a la marea de locura de los Karamazov. Casi se les podía oír pensar:"Otra vez la burra al trigo"La noticia de esta reunión familiar infernal corrió como la pólvora por el pueblo. El cotilleo estaba a la orden del día, con todo quisque especulando sobre lo que vendría después. ¿ Acabaría Dimitri por estallar y le daría una paliza a su viejo? ¿ Se impondría la fría lógica de Iván? ¿ O lograría milagrosamente el dulce Alyosha traer la paz a esta familia disfuncional?El escenario estaba preparado para una tragedia de proporciones épicas. Casi se podía oler la catástrofe en el aire, como el aroma del ozono antes de una tormenta. Se habían sembrado las semillas del conflicto, y solo era cuestión de tiempo que dieran su amargo fruto.Pero he aquí el quid de la cuestión: mientras todo este drama se desarrollaba, algo más se estaba cociendo. Alyosha pasaba cada vez más tiempo en el monasterio local, encontrando consuelo en la paz del entorno y en las sabias palabras de los monjes ancianos. Nadie sabía que este retiro aparentemente inocente estaba a punto de desencadenar una nueva cadena de acontecimientos. ¿ Cómo reaccionaría Fyodor cuando se enterara de que su hijo menor estaba pensando en meterse a monje?