1. La aventura primaveral de Topo Para Mole, una criaturita tímida que vivía en una acogedora madriguera subterránea, la primavera significaba el momento de su frenesí anual de limpieza. Llevaba horas limpiando todos los rincones y grietas cuando, de repente, algo cambió.Mientras barría, la mente de Mole divagaba sobre el mundo de arriba. Solo había oído historias sobre él, cuentos susurrados de sol y cielos abiertos.Sin darse cuenta, Mole había tirado su plumero a un lado como si fuera papel mojado. Con una determinación que no sabía que tenía, empezó a cavar hacia arriba. No era fácil - imagínate intentar hacer un túnel a través del turrón más duro del mundo -, pero Mole no se dio por vencido.Finalmente, con un último empujón que pareció eterno, Mole salió a la superficie. Y vaya si se llevó una sorpresa. El mundo de arriba no se parecía a nada que hubiera soñado. Era como si alguien hubiera cogido todos los colores del mundo y los hubiera multiplicado por mil. La hierba era tan verde que casi dolía mirarla, las flores florecían en todos los tonos imaginables, y el cielo.Sentía el sol como una caricia cálida sobre su pelaje, ¡ y el aire! Era fresco y limpio, lleno de un millón de olores diferentes que hacían que la nariz de Mole se moviera como loca.Al dar sus primeros pasos tambaleantes en un prado, Mole se sintió como un bebé aprendiendo a andar. La hierba le hacía cosquillas en las patas y las flores silvestres se mecían con la brisa como si dijeran: "¡ Bienvenido, novato!". Los pájaros piaban en los árboles y las abejas zumbaban como si llegaran tarde a una reunión importante.Mientras Mole deambulaba por los alrededores, empapándose de todas las novedades, sus oídos captaron un sonido que no podía ubicar. Era un murmullo suave, casi como si el prado estuviera riendo.El río era algo totalmente distinto. Brillaba como si estuviera hecho de un millón de espejitos que captaban la luz del sol y la devolvían en un espectáculo deslumbrante.Mientras estaba allí de pie, con la boca abierta como un niño en una tienda de golosinas, se dio cuenta de que no estaba solo. Había otra criatura observándole, una que nunca había visto antes. Era Rata de Agua, y parecía tan cómoda junto al río como Mole bajo tierra.Rata dio la bienvenida a Mole a la orilla del río, con voz suave y amistosa, como el agua que pasaba. Al ver lo fascinado que estaba Mole con el río, a Rata se le encendió la bombilla.Pero Mole dudó un segundo. La idea de estar en el agua era a la vez emocionante y aterradora, como subirse a una montaña rusa por primera vez. Admitió ante Rata, con una voz más pequeña que el susurro de un ratón, que no sabía nadar. Pero Rata, bendito sea, se hinchó como un pavo real y le aseguró a Mole que estaba en buenas manos.Deslizarse por el río en la barca de Rata era como entrar en una dimensión completamente nueva. Rata hizo de guía turístico, señalando lugares emblemáticos con el entusiasmo de alguien que presume de su pueblo. Allí estaba el viejo sauce, cuyas ramas se hundían en el agua como si intentara pescar. Y allí, el recodo donde crecían los berros más sabrosos.Pasaron junto a otros habitantes del río: una familia de patos que daba una clase de natación, una vieja nutria gruñona que parecía necesitar una siesta e incluso un martín pescador que pasó zumbando en una mancha azul, como un bólido emplumado.Cuando el día empezaba a declinar, Mole sintió una mezcla de cansancio y emoción difícil de describir. Era como si hubiera estado viviendo en blanco y negro toda su vida y de repente todo fuera en color.Rata, como buen amigo que era, se dio cuenta de la reticencia de Mole y le invitó a quedarse un rato. Esta vez, Mole no dudó. Sabía, en el fondo de su corazón, que ese día lo había cambiado todo. Mientras se instalaba en la acogedora casa de Rata junto al río, Mole sintió un calor en su interior que nada tenía que ver con la puesta de sol.Cuando cayó la noche y el río cantó su suave nana, Mole se quedó dormido. Sus sueños eran un torbellino de barcos y sol, flores silvestres y nuevos amigos.Pero Mole no sabía que la aventura del mañana ya se estaba gestando en la mente de Rata. Mientras Mole dormía plácidamente, Rata estaba despierta, con la cabeza llena de planes. Se moría de ganas de enseñarle a Mole más cosas del río, de mostrarle todos los secretos de este mundo acuático. ¿ Qué nuevas sorpresas les depararía el río? ¿ A qué retos se enfrentarían? ¿ Y cómo se las arreglaría Mole, que aún no conocía este mundo?
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