1. El origen del diamante maldito 1. El origen del diamante maldito La Piedra Lunar no era una joya cualquiera. Se trataba de un diamante amarillo sagrado con una historia tan colorida como su brillante tonalidad. Los habitantes de la India la veneraban como si hubiera sido tocada por los mismos dioses. Creían que Visnú, una de las deidades principales de la mitología hindú, había puesto sus ojos en esta piedra.Entonces apareció el coronel Herncastle, un oficial británico más avaricioso que prudente. Al ver esta belleza resplandeciente, pensó: "¡ Será mía!" . Le importó un bledo que fuera sagrada. Lo único que vio fue la oportunidad de hacerse rico. ¿ Y qué hizo?Uno pensaría que alguien lo habría detenido, ¿ verdad? Pues bien, tres sacerdotes brahmanes lo presenciaron todo. No eran unos santos cualquiera, eran los guardianes del diamante, habían jurado protegerlo. Y vaya si estaban furiosos.Estos sacerdotes no se andaban con chiquitas. En ese mismo instante, hicieron un juramento digno de cualquier héroe de película de acción. Juraron que recuperarían el diamante, sin importar cuánto tiempo les llevara ni lo lejos que tuvieran que ir.Sí, has oído bien. Este diamante venía con su propio sistema de karma incorporado. Cualquiera que osara robarlo se metería en un buen lío.Herncastle no era del todo ajeno a todo esto. Sabía que la Piedra Lunar tenía mala fama, pero aun así se la llevó. Tremendo error. Cuando regresó a Inglaterra, las cosas empezaron a torcerse.El tipo pasó de ser un orgulloso militar a un manojo de nervios. Se encerró en su casa de campo como un ermitaño, casi sin hablar con nadie. Por las noches, se despertaba gritando por pesadillas tan horribles que habrían dejado en pañales a Stephen King.Su familia empezó a preocuparse de verdad. Habían oído hablar de la reputación de la Piedra Lunar, que era como un amuleto de la mala suerte con esteroides. Intentaron hacer entrar en razón a Herncastle, suplicándole que se deshiciera de ella. Pero era como hablar con una pared. El diamante lo tenía completamente hechizado.Con el paso del tiempo, la situación se fue descontrolando. La mente de Herncastle empezó a derretirse como un helado en pleno agosto. Se convirtió en un recluso total, que apenas salía de su habitación. Toda su vida giraba en torno a ese diamante maldito. Le aterrorizaba, pero al mismo tiempo no podía dejar de mirarlo.La Piedra Lunar había puesto la vida de Herncastle patas arriba. Lo que empezó como un arrebato de codicia durante una conquista se había convertido en una bola de nieve de miedo y obsesión. El otrora orgulloso militar era ahora una sombra de lo que fue, atrapado en una prisión de su propia creación.La historia de Herncastle era como una fábula, una advertencia sobre los peligros de la avaricia y el poder de las creencias. La Piedra Lunar, con su superficie reluciente y su oscura historia, se había cobrado otra víctima.Y ahora, como si la historia no pudiera ser más rocambolesca, el diamante estaba a punto de cambiar de manos otra vez. Franklin Blake, primo de Rachel, se llevó la peor parte. Como albacea testamentario, tenía que entregar la piedra maldita a Rachel. Era como si le pidieran que entregara una bomba de relojería en mano. La reputación de la Piedra Lunar era suficiente para poner los pelos de punta, y ¿ quién sabía qué tipo de caos traería a la vida de Rachel? Mientras Franklin Blake se preparaba para la entrega, no podía evitar la sensación de que estaba a punto de desencadenar algo que se le escapaba de las manos.
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