Ichabod era todo un espectáculo. Su cabeza diminuta se erguía sobre un cuello tan largo y fino que a todos les recordaba a una grulla, lo cual, curiosamente, encajaba a la perfección con su apellido. Sus orejas descomunales sobresalían como las asas de una jarra y sus ojos, grandes, verdes y vidriosos, le daban un aspecto casi de insecto. Para rematar, tenía una nariz que sobresalía como el pico de un pájaro.. A pesar de su aspecto peculiar, Ichabod poseía un don que no tardó en ganarse a los lugareños. Era capaz de entonar salmos que harían mover los pies hasta al más cascarrabias de los ancianos. Y en cuanto a brujería de Nueva Inglaterra, era una enciclopedia andante, gracias a su obsesión por las obras de Cotton Mather.. Ahora bien, ser maestro de escuela no hizo precisamente rico a Ichabod. Tenía que ingeniárselas para llegar a fin de mes. En las épocas de más trabajo, echaba una mano a los granjeros en tareas más livianas, como henificar o desgranar maíz. Era en esos momentos cuando Ichabod realmente brillaba. Intercambiaba anécdotas y chistes con los granjeros mientras trabajaban bajo el sol abrasador, agitando sus largas extremidades con gestos exagerados para dar énfasis a sus ocurrencias. Los granjeros apreciaban su ayuda, e Ichabod agradecía la comida y el dinero extra que recibía. EraPero el verdadero talento de Ichabod residía en su capacidad para conectar con los jóvenes del pueblo. Empezó a ofrecer clases de canto y, en un santiamén, tenía todo un coro de voces jóvenes ansiosas por aprender. El sonido de sus ensayos flotando por el pueblo se convirtió en parte de la banda sonora de Sleepy Hollow, como el murmullo del arroyo o el susurro de las hojas. EraLas mujeres del campo también quedaron encantadas con Ichabod. Le invitaban a tomar el té, deseosas de oírle leer sus libros favoritos. Ichabod daba vida a las historias de una forma casi mágica. Su voz subía y bajaba con el dramatismo del relato y sus largos dedos gesticulaban de forma espectacular mientras leía. Era como tener su propio teatro ambulante en el salón de casa. LasEn cuanto a los niños, no se cansaban de Ichabod. Sus modales amables y su paciencia le convirtieron en el favorito de sus alumnos, pero fueron sus historias de fantasmas las que realmente le ganaron su afecto. A la salida de clase, una pandilla de niños con los ojos como platos le seguían como patitos, suplicándole " ¡ una historia más, Sr. Crane! " . Ichabod accedía y les contaba relatos sobre espíritus y espectros que les producían deliciosos escalofríos.. La situación de Ichabod era tan peculiar como él mismo. No tenía un hogar fijo en Sleepy Hollow, sino que se trasladaba de granja en granja cada semana. Aparecía los domingos por la noche, con sus pertenencias guardadas en un pañuelo de algodón, listo para convertirse en el nuevo miembro de la familia que lo acogía. A Ichabod le iba de perlas: podía probar la mejor cocina de la ciudad y nunca tenía que preocuparse de quitar el polvo ni de barrer.. Con el paso del tiempo, Ichabod se integró en Sleepy Hollow tanto como el viejo puente cubierto o el bosque susurrante. PodíaPero al caer la noche y levantarse la niebla de las hondonadas, había algo en Sleepy Hollow que ni siquiera Ichabod podía descifrar. Las sombras parecían alargarse, los susurros del viento adquirían un carácter espeluznante y el aire parecía cargado de. algo. ¿ Qué secretos guardaba este pintoresco valle? ¿ Y cómo afectarían al desgarbado maestro de escuela que lo había convertido en su hogar? Mientras Ichabod se dirigía a su último alojamiento temporal, no podía evitar la sensación de que Sleepy Hollow era más de lo que aparentaba. No